Frederic Masriera i Manovens (Barcelona 1846-1932), fundidor y orfebre, y escultor de formación, dirigía la parte económica y comercial del taller familiar de joyería. Hacia 1880 se asoció con la empresa de F. Vidal, llamada F. Vidal y Cia, y juntos gozaron de gran prestigio como decoradores de interiores. Esta empresa se disolvió y Frederic Masriera montó en 1891 su propio negocio, una fundición artística, con el nombre de F. Masriera y Cia, que, a partir de 1896, pasó a llamarse Masriera i Campins, al asociarse con su sobrino Antoni Campins i Vila (1871-1938). Se convirtió en la industria de fundición más famosa, tanto en Cataluña como fuera, estuvo presente en todas las exposiciones celebradas en aquellos años y fue galardonada con diversos premios.
Una de sus aportaciones fue la recuperación de la técnica de la fundición a la cera perdida, que daba mayor calidad a las piezas. Realizaban reproducciones de obras de arte antiguas y crearon los llamados "bronces de salón", especializándose así en la escultura decorativa de pequeñas dimensiones que se encontraba al alcance de un público más amplio. Fundiendo o reproduciendo a escala reducida, colaboraron en las obras de los escultores más destacados del momento, como E. Arnau, J. Reynés o M. Blay.
Hasta 1902 distribuían las piezas que elaboraban en tiendas externas, pero en aquel año abrieron su propia tienda, decorada por V. Masriera. En 1904 A. Campins dejó la sociedad y se estableció por su cuenta en Madrid, y sólo dos años después los Masriera cerraron la fundición.