Inició su formación artística en el Centro de Acuarelistas y en 1889 se marchó a vivir a París para ampliar conocimientos. En la ciudad francesa coincidió con el pintor R. Casas, al que ya había conocido en Barcelona, con el escultor E. Clarasó y con M. Utrillo. Al igual que sucediera en el caso de sus compañeros, el contacto directo con la pintura impresionista francesa influyó considerablemente en su obra, tanto en lo que respecta a la temática como a la técnica.
A su regreso a Barcelona, en 1890, presentó su obra en la Sala Parés (Petritxol, 5) junto con R. Casas y E. Clarasó. Esta exposición tuvo un gran eco, gracias, sobre todo, a la difusión que de ella hizo el periódico
La Vanguardia con su crítica, aunque su exposición más destacada fue la que realizó un año más tarde, en 1891. Algunas de las obras que presentó en esta etapa son Entrada al Parque del Moulin de la Galette (hacia 1891; fondo MNAC) o Retrat de Miquel Utrillo (Retrato de Miquel Utrillo, hacia 1890; fondo MNAC), ambas pintadas en París.
Entre 1890 y 1892 Rusiñol y Casas publicaron diversos artículos en La Vanguardia, con textos de Rusiñol e ilustraciones de R. Casas, donde mostraban a los catalanes la imagen del París bohemio. Ese mismo año 1892 se celebró la Primera Fiesta Modernista de Sitges, donde expuso junto con R. Casas y otros pintores locales. A partir de aquel momento, Sitges adquirió protagonismo en el movimiento y Rusiñol, su artífice, se quedó a vivir en la casa que recibía el nombre de Cau Ferrat (actualmente un museo dedicado a Rusiñol) por la colección de hierros y objetos artísticos que contenía. Gran parte de su producción se inspiraba en espacios del pueblo, con un tratamiento parecido al que había dado a sus pinturas de París, pero con mucha más luminosidad, como, por ejemplo, Interior de Sitges (1894; fondo MNAC).
En 1897, junto con sus amigos R. Casas y M. Utrillo, fundó en Barcelona la taberna Els Quatre Gats (Montsió, 3 bis), sede de tertulias y espectáculos de los intelectuales más destacados del Modernismo.
A lo largo de su vida, S. Rusiñol realizó otros muchos viajes a París y a Italia, que le permitieron conocer la pintura clásica. Después de un viaje a Granada, se centró prácticamente en el tema de los jardines.
Como escritor, cultivó la poesía y el teatro, ámbito en el que obtuvo un gran éxito, como con L'heroi (El héroe, 1903) y L'auca del senyor Esteve (Aleluya del señor Esteve, 1907). Tanto en el campo pictórico como en el literario, S. Rusiñol tuvo una etapa más simbolista hasta finales de siglo.