Inició su formación en el taller de ebanistería de su padre. Paralelamente, recibió clases de escultura en la Llotja de Barcelona y asistió a cursos de aparejador.
En 1905 realizó un primer viaje a Cuba, pero no se instaló allí hasta un año después, concretamente en La Habana, donde se convirtió en uno de los arquitectos más activos del momento. Un año después creó el Taller de Fundición de Cemento, que recibió mucha difusión por parte de la prensa local y fue uno de los principales proveedores de elementos arquitectónicos, principalmente molduras de yeso y de piedra artificial para los edificios de la ciudad. Poco a poco su tarea se fue extendiendo a la proyección de edificios y a la decoración interior. En un principio, las obras de este autor fueron firmadas por el arquitecto Alberto de Castro y, posteriormente, por el también arquitecto Ignacio de la Vega, con quien trabajó en la masía L'Ampurdà (1919; Revolución, 152, La Habana; actual escuela Andrés González Lines), una obra con reminiscencias gaudinianas en la decoración interior en la que participó la Casa Pujol i Bausis. Rotllant i Folcarà adquirió prestigio principalmente por su trabajo en el diseño de fachadas y monumentos funerarios.
Sus primeras obras muestran la influencia de los arquitectos L. Domènech i Montaner y J. Puig i Cadafalch, así como de la arquitectura francobelga y de la Secession vienesa. De esta época son edificios como el Palacio Díaz Blanco (1910; Belascoaín, 1058 - Clavel y Santa Marta, Centro Habana) o la Casa Juan Fradero (1910; Cardenas; Apodaca y Gloria, La Habana Vieja), en la que destacan dos elementos característicos de su proyecto: los balcones que sobresalen con columnitas y las cúpulas de cerámica. Muchos estudiosos consideran su obra la Casa Dámaso Gutiérrez (1913; Patrocinio, 103, La Habana) como la mejor del Modernismo de la zona.
A partir de 1914 evolucionó hacia formas más sobrias, aunque mantenía la ornamentación de estética modernista más vinculada al Art Nouveau. En 1919 vendió el taller a su hermano y volvió a Barcelona, donde participó en la empresa fundada por I. Mas i Morell y Joan Albadell, SA Construccions. Cuatro años más tarde volvió a La Habana, pero en 1925 se instaló definitivamente en Barcelona, donde continuó en activo hasta su muerte.