Formado en la Llotja y en el taller de Marià Carreras, se trasladó a París para mejorar sus conocimientos, y, durante un tiempo, entre 1862 y 1869, trabajó en el taller de Charles Antoine Cambon como encargado de la parte de perspectiva. Más tarde, fue jefe de taller de Joseph Thierry, escenógrafo francés de renombre.
Se convirtió en el renovador de la escenografía catalana, principalmente desde el punto de vista técnico, que no formal, puesto que aún estaba muy ligado a la tradición decimonónica de carácter realista (Escenografia de Tristany i Isolda [Escenografía de Tristán e Isolda] para el Gran Teatro del Liceo, 1899; Institut del Teatre de Barcelona), aunque sí introdujo el concepto de la profundidad en los decorados y, por tanto, destacó como impulsor de una nueva escuela. Con él se formaron y trabajaron otros escenógrafos, como M. Vilomara, y fue profesor de otros muchos artistas en la Llotja.
En su taller también se proyectaban decoraciones de interiores en las que colaboraron muchos de sus discípulos, como O. Junyent, S. Alarma o el mosaiquista L. Bru.