En 1902 Francisca Morera i Ortiz encargó las reformas de su residencia en el paseo de Gràcia al arquitecto L. Domènech i Montaner. El edificio, conocido como la Casa Lleó Morera (1905; paseo de Gràcia, 34), fue reformado por el arquitecto utilizando un lenguaje modernista y se ha convertido en uno de los más emblemáticos del movimiento.
Las obras comenzaron y finalizaron cuando el edificio ya era propiedad del hijo, Albert Lleó i Morera (Barcelona 1874-1929), doctor y personaje polifacético que realizó varias patentes de motores.
Se dice que en la decoración interior de la casa hay referencias a la vida privada de la familia, concretamente a la muerte prematura de uno de los hijos del propietario y al hecho de que, posteriormente, tuvieran otro hijo al que pusieron el mismo nombre. Esta referencia se encuentra en los relieves escultóricos del recibidor, en los que se cuenta una leyenda en la que la Virgen resucita al hijo de un rey. Asimismo, hay representaciones de la escena de la "Adoración de los Reyes" en las tallas de la chimenea del salón principal.