Hijo de ebanista, se convirtió en un impulsor de las artes y la cultura catalanas. Sus primeros contactos con el mundo del mueble fueron en el taller de su padre, quien lo envió a estudiar a París en 1867, donde pudo frecuentar
la Escuela de Artes Decorativas.
En 1878 regresó a Barcelona y empezó a trabajar como mueblista para, poco tiempo después, fundar el Taller Vidal. Este taller, que se convirtió en un centro de las artes aplicadas en el que se iniciaron muchos de los artistas destacados del Modernismo, recibió encargos a escala nacional e internacional de una clientela adinerada y culta. Vidal i Jevellí fue principalmente diseñador demuebles, con ideas precursoras de la estética modernista, aunque vinculadas a la estética historicista, pero también se dedicó a la fundición de hierro y a la creación de vidrieras y tapicerías.
Colaboraron con él Frederic Masriera, con quien estuvo asociado, G. Homar, S. Marco, J. Gonzàlez y A. Rigalt, entre otros.
Su hija, L. Vidal, fue pintora profesional y su hijo, Frederic Vidal, vidriero.