Comenzó su formación en la Llotja de Barcelona, ciudad en la que se había establecido su familia cuando todavía era un niño, y fue discípulo del escultor E. Arnau.
Poco tiempo después se marchó a Madrid, donde trabajó en el taller del escultor A. Querol, y en 1903 se marchó a París con una beca. En la capital francesa conoció la obra de Auguste Rodin, que lo impresionó profundamente. De este periodo son obras tan diferentes como La parella (La pareja, 1904; fondo MNAC) o La bèstia i l'home (La bestia y el hombre, 1904; fondo MNAC). Durante este primer periodo de formación colaboró diseñando pequeños objetos escultóricos para la Casa Esteva i Cia.
Tras su vuelta a Barcelona, sus primeras producciones son esculturas aplicadas a la arquitectura de estilo modernista, como los relieves para el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau (1902-1930; Sant Antoni Maria Claret, 167) o la escultura del arco del proscenio del Palau de la Música Catalana (1905-1908; Palau de la Música, 4-6), ambos edificios del arquitecto L. Domènech i Montaner.
Fue un artista que se relacionaba con el entorno artístico del momento, ya que asistía a tertulias de Els Quatre Gats (Montsió, 3 bis) y también a las que se celebraban en torno a la sede de la revista Papitu.
Poco después, también se relacionó, durante una estancia de cuatro años en París, con Picasso y formó parte de su círculo.
Realizó alguna incursión en el mundo de la orfebrería, con piezas en las que queda muy patente su formación de escultor, por los volúmenes y el tratamiento de los materiales.
A partir de la segunda década del siglo XX comenzó a experimentar con la escultura en hierro, que le permitió jugar con los volúmenes, y se convirtió en uno de los escultores más destacados de las vanguardias.
En 1920 ganó la cátedra de escultura de la Escuela de Artes y Oficios de Barcelona, pero poco después se marchó a París, donde vivió hasta 1934. Precisamente en estos años empezó a ser más reconocido profesionalmente, tanto a escala nacional como internacional.