Su vinculación con la música empezó formando parte de un coro, pero muy pronto se fue a Barcelona para ampliar estudios y, poco después, viajó gracias a una pensión a Roma y a París. Estos viajes le permitieron conocer la música europea, y se convirtió en uno de los introductores de la música de R. Wagner en Cataluña. La formación que recibió hizo de él un compositor moderno, tanto de música culta como popular. Algunas de sus óperas más destacadas son Els Pirineus (Los Pirineos), de Víctor Balaguer, o El comte Arnau (El conde Arnau), con letra de J. Maragall. También cultivó la zarzuela y escribió obras religiosas y composiciones de cámara.
En 1894 se estableció en Madrid, donde, en 1915, fue nombrado profesor del conservatorio. Fundó varias escuelas de musicología en Cataluña y se dedicó a la investigación, sobre todo de la música de época moderna (siglos XV-XVIII), tema sobre el que publicó varios libros, así como sobre la difusión de la música antigua española.
Adquirió un gran reconocimiento, lo que lo convirtió en maestro de músicos como, por ejemplo, de I. Albéniz, E. Granados, L. Millet o Manuel de Falla.