Especializado en escultura decorativa en yeso y en proyectos de decoración, se convirtió en uno de los colaboradores más constantes de los arquitectos del Modernismo, con sus revestimientos de yeso y cartón piedra, como los de la Casa Amatller (1898-1900; paseo de Gràcia, 41), del arquitecto J. Puig i Cadafalch.
Sus obras resultaron premiadas en la Exposición de París de 1889 y en la de Chicago de 1893.