La Sagrada Familia es la obra que mejor sintetiza el pensamiento arquitectónico de Antoni Gaudí. La Asociación Espiritual de Devotos de San José emprendieron la construcción del templo y Gaudí se hizo cargo de las obras tras la dimisión del arquitecto Francesc de Paula del Villar, en 1883. Gaudí trabajó en su construcción hasta su muerte, en 1926, transformando un proyecto neogótico en una obra insólita, donde las innovaciones técnicas superan las de cualquier otro edificio contemporáneo. El templo debe ser leído como un símbolo de la fe cristiana: doce campanarios representan los apóstoles, los primeros propagadores del cristianismo; el alto cimborrio central es una alegoría de Jesucristo y está flanqueado por las torres de María y de los cuatro evangelistas; las tres fachadas representan los tres misterios del Rosario -el Nacimiento, la Pasión y la Gloria.
Actualmente continúan las obras bajo la dirección de Jordi Bonet Armengol y un extenso equipo de colaboradores. La titularidad está en manos de la Junta Constructora del Templo Expiatorio de la Sagrada Familia.