Situada en la ría del mismo nombre, al noroeste de Portugal entre Porto y Coimbra, la ciudad de Aveiro era un antiguo y destacado puerto que había quedado cegado desde el siglo XVII hasta que la construcción de un canal, a finales del siglo XIX, la convirtió nuevamente en un importante centro comercial. En realidad, son tres los canales que atraviesan la ciudad y la dividen en dos sectores claramente diferenciados: el barrio de pescadores de luminosas casas blancas y la ciudad monumental, que cuenta con un rico patrimonio de época moderna y con bellas iglesias barrocas.
Sin embargo, la ciudad modernizó su imagen en los primeros años del siglo XX cuando se asentó en ella una burguesía colonial que se dedicó al comercio y también a la industria y que dejó un importante conjunto de estilo modernista o Arte Nova, como se denomina en Portugal. Se trata mayoritariamente de comercios y de viviendas unifamiliares que definen nuevas tipologías arquitectónicas y modifican sustancialmente las calles más céntricas, en la calle Joao Mendoça y bordeando la ría.
Al igual que en otras ciudades de Portugal, los edificios se ennoblecen con la cuidadosa aplicación de cerámica en los muros, una arraigada tradición local que se aprecia también en la arquitectura del Arte Nova. Muchos de los bellos conjuntos de baldosas de Aveiro son de las empresas locales Fábrica Fonte Nova (1882) y Fábrica Aleluia, con diseños de flores estilizadas y tonos pálidos muy del gusto de la época. Es también de gran calidad el trabajo de escultura aplicada -destacan las claves de bóveda en forma de cabezas femeninas con cabelleras ondeantes y molduras con decoración floral- y las aplicaciones de forja en ventanas y balcones.
La obra más representativa del Arte Nova, orientada hacia la ría, es la Casa do Major Pessoa (1909), obra de los arquitectos Silva Rocha y Ernesto Korrodi, un magnífico edificio de planta y dos pisos todo él realizado en piedra trabajada con gran habilidad. Conserva, además, parte de la riqueza de los interiores. Un poco más allá, frente al canal central, se halla todo un conjunto de edificios prácticamente adyacentes: la casa ahora usada como Museo de la República, de fecha incierta y arquitecto desconocido; la Cooperativa Agrícola (1913), atribuida a Licinio Pinto, con una elaborada ornamentación de paneles de azulejos de la empresa Fábrica Fonte Nova, y la Casa dos Ovos Moles (1923). Algo más lejos del centro, la casa propia del arquitecto Silva Rocha (1904) es una muestra de gran refinamiento que integra todas las características del Modernismo en la ciudad.