La villa de Sóller está situada en la costa noroeste de la isla de Mallorca. Se trata de una localidad con una situación geográfica muy especial, un valle fértil donde se cultivan naranjos y olivos flanqueado por la sierra de Tramuntana. El sabor modernista de la villa empieza ya a apreciarse cuando el viajero opta por llegar en tren, puesto que todavía está en funcionamiento el ferrocarril de vía estrecha que se inauguró en 1912 y que comunica Sóller con Palma de Mallorca. El ferrocarril conserva las obras de ingeniería originales (túneles y viaductos) y funciona con una locomotora eléctrica que data de 1929. En 1913, la misma empresa construyó el tranvía que comunica Sóller con su puerto. La empresa Ferrocarril de Sóller, SA se cuida de mantener las dos líneas en su estado original.
En el pueblo se conservan una serie de construcciones del arquitecto Joan Rubió i Bellver. Rubió llegó a Mallorca para colaborar con Gaudí en la catedral de Mallorca y los contactos con la curia le proporcionaron otras obras en la isla, en su mayoría de tipo religioso. En Sóller fue llamado por el rector Sebastià Maymó, gran amigo del obispo Campins -que encargó a Gaudí las obras de la Seu-, para que hiciera la fachada del templo parroquial que estaba inacabado. Proyectó una fachada de tradición gótica, con lo que podríamos considerar una interpretación modernista. Las obras se iniciaron en 1904 y se interrumpieron en 1913 por falta de presupuesto y no finalizaron hasta el año 1946. Hay que atribuir también a Rubió el Banco de Sóller (1909-1912), una obra de grandes sillares de piedra gris con ventanas asimétricas cubiertas por un arco de medio punto y una doble tribuna en el chaflán sobre voladizos de planta semicircular. Una intervención moderna mutiló los gabletes que adornaban la cubierta.
Mencionaremos también un edificio particular, la Casa Magraner, obra que puede datarse de 1911 por la inscripción que tiene en la fachada. Fue una promoción del propietario de una sociedad comercial, Joan Magraner, y es de un gusto muy próximo al Art Nouveau. No se ha podido saber quién fue el arquitecto autor de la obra por falta de documentación.
Al margen de estas construcciones destacadas, el Modernisme dejó huella en toda la ciudad con múltiples trabajos de artes aplicadas y decorativas, pequeños detalles de forja o madera, elementos de pintura decorativa, etc., que dan testimonio de la expansión que dicho movimiento tuvo entre todas las clases sociales.