Mataró conserva un importante patrimonio modernista que hasta los últimos años no se ha conocido ni valorado. En los primeros años del siglo XX Mataró ya no era la potencia marítima que había sido en el siglo anterior, pero había desarrollado una potente industria textil que generó una dinámica burguesía industrial. Como hemos visto en otras ciudades industriales, fue necesario un plan de ensanche que regulara el desarrollo urbanístico y este permitió la aparición de nuevas tipologías edificatorias acordes con las necesidades de la sociedad industrial.
El Modernisme en Mataró conserva una de las pocas muestras modernistas dirigida a las clases trabajadoras -no hay que olvidar que gran parte de dichas construcciones se proyectaron para cubrir las necesidades de la burguesía-: la Cooperativa Obrera Mataronense, obra muy temprana de Antoni Gaudí. Gaudí estuvo trabajando para esta sociedad entre 1877 y 1883, en un período en que se sentía atraído por ideales utópicos relacionados con la situación obrera, que había desarrollado en sus años de juventud en Reus. Puede afirmarse que la Cooperativa Obrera Mataronense es una de las obras clave para comprender el pensamiento ideológico de Gaudí en sus primeros años de profesión. El arquitecto llegó a construir la sala de blanqueo, unos servicios sanitarios y dos casas pequeñas para los trabajadores que no se conservan. La sala de blanqueo, de gran sencillez estructural, está soportada por unos arcos catenarios de madera sobre tabiques de ladrillo.
Por otro lado, Mataró fue también la ciudad natal de Puig i Cadafalch, que ejerció como arquitecto municipal entre 1892 y 1896. Por razón de su cargo realizó allí diversas obras: la Beneficencia (1892), la reforma de los puestos del mercado, conocidos como El Rengle, o la intervención en el salón de sesiones del Ayuntamiento, que conserva un magnífico artesonado con decoraciones heráldicas de gusto medievalista. Pero la obra más significativa es la casa para Joaquim Coll i Regàs, actual actual propiedad de la Fundació Iluro, con proyecto de 1897 y que es uno de los edificios más logrados de Puig i Cadafalch, por la calidad de las artes aplicadas y decorativas. Por su carácter de pieza insólita, es también destacable la tienda de comestibles La Confianza (1894-1896), que conserva íntegramente su decoración original.
En Mataró trabajó también el arquitecto Emili Cabanyes que proyectó, en 1892, la capilla del Sacramento de la Basílica de Santa María, donde se conserva además un bellísimo pavimento de mosaico modernista (1903) firmado por la Casa Guilani.